La Navidad es la época del año más sentimental, en la que no solo podemos tomarnos un merecido descanso en el trabajo sino en la que también tenemos la oportunidad de apegarnos a la familia y los amigos. Son días mágicos, en los que vivimos momentos que recordamos durante el resto del año a pesar de las bajas temperaturas y de que el sol apenas hace acto de presencia.
¿Y qué mejor combinación para pasar uno de estos días festivos que la de disfrazarse y tomar un buen puñado de fotografías? La fotografía es el elemento que, con total seguridad, más nos hace sonreír a las personas. Nos retrotrae a un momento de felicidad, de esperanza, de vida. Por eso tener una cámara a mano es tan sumamente importante. Y en unas festividades como las navideñas, no puede fallar. El disfraz tiene un componente similar. Disfrazarse es sinónimo de sonreír y de disfrutar al máximo de nuestro tiempo de ocio.
Poner en relación ambas cosas es algo que en mi familia es muy común desde hace años. Tanto los niños como nosotros solemos adquirir originales disfraces que estrenamos durante los días finales de diciembre y con los que pasamos los mejores momentos de la Navidad. Son momentos innegociables y que necesitamos como el respirar para fomentar la unión y espíritu familiar.
El año pasado lo pasamos especialmente bien. Casi todos los años solíamos disfrazarnos de papás o mamás Noel, así que estábamos un poco cansados de lo mismo y decidimos cambiar. Para ello nos encomendamos a Internet, ya que es ahí donde se está registrando un volumen cada vez mayor de compras. Descubrimos una página web en la que tenían disfraces diferentes y muy originales: era www.lacasadelosdisfraces.es.
La gran ventaja de una página web como aquella era la inmensa variedad de productos de los que hacía gala. No solo disponían de disfraces para los más pequeños. También los había para los adultos, algo de lo que mucha gente se olvida y que desde luego agradecemos un montón. Decidimos hacer nuestras compras allí y adquirimos disfraces de pastor hebreo y de muñeco de nieve para nuestros hijos, además de adjudicarnos uno de ángel para mi mujer y otro de elfo para mí.
Aprovechamos el puente del 6 y 8 de diciembre para hacer esas compras y la verdad es que los días que restaban para la llegada de la Navidad se nos hicieron eternos. La ilusión y las ganas que teníamos de que llegaran las vacaciones y sacar los disfraces del armario era muy grande porque sabíamos que íbamos a sorprender a propios y extraños gracias a su originalidad.
Una Navidad a lo grande
Los días señalados llegaron y con ello la hora de que lo pasáramos en grande. Desde el día de la Lotería hasta el de Reyes tuvimos ocasión de vestir varias veces los trajes que habíamos comprado y los comentarios que vertían nuestros amigos y familiares eran totalmente positivos y graciosos. No cabía ninguna duda que tanto nuestros hijos como mi mujer y yo formábamos una familia peculiar, alegre y a buen seguro envidiada por muchos.
Y cuando las palabras alegría, felicidad y similares forman parte de nuestra vida, es la hora de coger la cámara e inmortalizar el momento. Así lo hicimos, y ahora buena parte de las fotografías que tomamos durante las navidades del año pasado copan mi escritorio en el trabajo y en casa y son las culpables de que pase sonriendo buena parte del día.
Este año vamos a seguir el esquema del año pasado y vamos a confiar en La Casa de los Disfraces para engalanarnos de cara a la Navidad. De nuevo una variedad de disfraces se abre ante nosotros a un precio muy asequible. Y de nuevo una cámara será nuestra fiel compañera para reflejar que, un año más, seguimos siendo esa familia alegre, divertida y diferente que nos hace tan felices.