¿Pixel o grano?

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La fotografía nació como arte. Para inmortalizar el momento y poder evocarlo una y otra vez, como si fuera una imagen tan veraz como certera. Lejos queda ese origen fotográfico en que solo los más pudientes, obtenían sus imágenes, con una calidad hoy, desfasada. La imagen, algo turbia, se fue tornando más nítida. La realidad que mostraban las imágenes, se convirtió en algo ensayado y preparado. La fotografía, fue cambiando y evolucionando en todos los sentidos.

Desde las primeras cámaras oscuras de gran tamaño y excelentes resultados entre otras cualidades más o menos desdeñables o destacables, hasta las actuales microcámaras que portan los diferentes dispositivos, media un abismo. No ha sido un paso, han sido muchos los que ha recorrido el largo camino de la fotografía.

Antaño, ser fotógrafo era todo un arte, una ciencia, con altas dosis de creatividad e ingenio, se desarrollaron todo tipo de posibilidades, técnicas, lentes…  Hoy, basta con darle un toque a tu teléfono móvil para conseguir instantáneas con apariencia profesional, aplicando innumerables filtros.

La fotografía como arte, prevalece si miramos porfolios y de ahí puedes extraer una muestra del punto de vista del fotógrafo a la hora de realizar una sesión fotográfica. El  profesional de la fotografía de bodas de Volana Fotografía nos ha comentado que, «anque algunos, prefieren el eterno escaparate de Instagram antes de apreciar el verdadero arte de cada fotografía ya que después de pulsar el obtuvrador se realiza un gran trabajo de edición que poco se valora».

La gran mayoría, hace fotografías de forma continua. Tanta captura ha hecho que el arte se desvencije y quede como algo mas trivial. Mientras que antes, contabas con la limitación de un carrete, hoy, no existe límite: puedes hacer fotos a diestro y siniestro, borrarlas, guardarlas, compartirlas, tunearlas.

A algunos amantes de lo tradicional, este aspecto tan positivo para la fotografía, resulta un tanto extravagante y anula sus ganas de retratar lo irretratable. Realmente, no es necesario hacer fotos de todo lo que uno hace o deja de hacer a lo largo del día, ni de lo que come o viste. Esta saturación de imágenes, antes, no existía, eso hacia que la fotografía tomara más tiempo, tuviera más valor y se atesorara para ser mostrada. Hoy las imágenes vuelan, algunas permanecen, otras se comparten. La mayoría, desaparecen.

Para los melancólicos, demos un breve paseo a través de la fotografía, desde la analogía hasta la digital. Diferencias, pros, contras y, virtudes de cada una.

Analógico, el desfase que vuelve

Digo desfase, porque parecía obsoleto, pero al parecer, retorna. No en vano, las cámaras analógicas, no perecen como lo hacen las digitales. Es fácil darles vida otra vez, solo necesitas un rollo de película.

Una de las características principales y, fundamentales de la fotografía analógica, es la necesidad de ese carrete para poder obtener una imagen. Ese rollo, va a requerir siempre, de un revelado. La magia existe y es en el momento de obtener la imagen cuando puedes comprobarlo. Un proceso químico, hace posible lo imposible, la imagen, surge en su versión negativa, en pequeñas viñetas. De ahí, otro proceso, da como resultado una imagen positiva de lo que nuestro ojo vio y quiso capturar.

Muchos recordaran todavía este tipo de fotografía, a la que hoy llamamos analógica por no ser digital. En su momento, solo era fotografía. Necesitabas una cámara de fotos, un carrete, imaginación y luz, nada más. Luego, el factor sorpresa, haciendo de las suyas pues, nunca sabias lo que ibas a encontrar en el papel. Los carretes, podían ser en color o en blanco y negro. Contaban con una sensibilidad que se determinaba en ISO para saber la cantidad de luz necesaria para obtener una imagen.

Este tipo de películas, se denominaban rápidas o lentas, según la cantidad de luz que necesitaran, esto se regulaba mediante la velocidad de obturación. Es decir, la cantidad de tiempo que se mantenía abierto el objetivo para que el paso de la luz, a través del mismo, hiciera su trabajo, dejando la imagen grabada en la película. Cuanto menos tiempo necesitara la película más rápida era, cuanto más tiempo, más lenta. De esta manera un carrete de cien ISO (el estándar más habitual), se consideraba de velocidad media, necesitaba una cantidad de luz media. Una de mil doscientos ISO, era rápida y no necesitaba más que un instante para percibir la luz.

Cada película se utilizaba con una finalidad y frente a una situación concreta. Según lo que buscara o pretendiera el fotógrafo.

Frente a la fotografía digital, esto podía resultar un inconveniente. El carrete o las planchas eran muy limitados en relación a lo que ofrece una tarjeta de memoria.

Sin embargo, vuelve. El carrete sigue vivo y la fotografía analógica (seguramente también vintage), esta vigente, gracias a los jóvenes de mente inquieta que, encontrando esos instrumentos del pasado, los han rescatado, en aras de las tiendas especializadas que, sin llegar a desaparecer habían dado un paso hacia la digitalización. Ahora, pueden desempolvar sus ampliadoras, sus maquinas de revelado y volver a vender carretes, como churros.

El grano, está de moda

Digitalización, calidad y rapidez.

Estas son las propiedades más evidentes de la fotografía digital, ofrecen una calidad elevada, cada vez mayor y una inmediatez que elimina todo el factor sorpresa de antaño. La obtención de imágenes mediante los procesos digitales, sin necesidad de recurrir a procesos químicos y laboratorios, es una gran ventaja.

Antes, necesitabas la cámara, el carrete y el dinero para revelar ese carrete y sacar las copias deseadas. El número de imágenes, era limitado al carrete que solía ser de doce, veinticuatro y treinta y seis, de las cuales, siempre se perdía alguna. Además de que el proceso de obtención, era de un par de días por norma general. Aunque el revelado en una hora, era una opción si tenías prisa y presupuesto. Hoy solo necesitas la pantalla de un ordenador para procesar todas las imágenes que quieras, sin fin ni coste. Tras procesar las imágenes, seleccionas las que quieras sacar en papel, las imprimes y listo. En el peor de los casos, todas esas imágenes, pueden ser visionadas a través de la pantalla, una y otra vez, sin desgastarlas ni necesidad de álbumes para protegerlas.

Ciertamente, la fotografía digital, resulta más factible, más sencilla, más práctica, más rápida y más económica. Las propias cámaras ajustan el ISO del que hablábamos antes, te realizan las mediciones de luz necesaria, los ajustes… prácticamente todo lo que antes hacia un fotógrafo profesional con su cámara réflex (las que te exigían parámetros y conocimientos para su mejor aprovechamiento). Hasta el móvil más básico te permite ajustar todos los valores de la cámara y hasta el objetivo. Todo un lujo para los fotógrafos actuales y los de antes, aunque algunos, miremos hacia atrás con nostalgia.

Tanto la fotografía analógica como la digital, ofrece cámaras compactas y cámaras réflex. La diferencia entre ambos tipos, es el cambio de objetivos que permite la segunda y las posibilidades que ofrece, sobre todo, a nivel profesional.

Podemos incluir las cámaras con las que cuentan los teléfonos móviles en el grupo de las compactas, debido a su funcionamiento. Una de las características de las cámaras réflex es que ves a través del objetivo, en tanto que las compactas, no lo permiten, por encontrarse el visor a un lado del mismo. Las cámaras de los móviles, no te engañes, enfocan por igual a otro lado del visor.

Sobre fotografía podríamos hablar sin parar, es un campo tan grande y basto que no basta un artículo para desgranar cada una de sus vertientes. Ni si quiera a grandes rasgos podemos pintar sus principios.

Si podemos hacer la diferencia sobre la digital y la analógica, como venimos haciendo. La fotografía, se encumbró como arte. El grano, esa palabra que da titulo al post, era ese punto que podíamos distinguir si mirábamos bien la imagen. Ese punto que, en según que imagen o tipo de impresión, se definía más o menos. Si mirabas la foto de portada de un periódico, antes que se hicieran en color, se veía claramente el punto, a veces de gran tamaño que otorgaba calidad y esencia a la imagen. Perceptible, sobre todo, en fotografía en blanco y negro y fruto de una serie de factores como el tipo de carrete (cuanto más sensible, más grano), el tiempo de exposición y el papel en el que se revela la imagen.

A nivel técnico, las fotos con grano solían ser erróneas, pero a nivel artístico, podían ser verdaderas, obras de arte. El grano, aportaba textura a la foto. Aunque para un retrato, lo mejor era un punto fino, apenas perceptible, que otorgara nitidez y definición a la imagen.

Hoy el grano no existe, pero existe el pixel y el ruido de la imagen. Digitalmente hablando, a mayor numero de pixel, mayor calidad de imagen, mayor nitidez y mayor, definición. El ruido, si aparece, puede eliminarse digitalmente, e incluso, añadirse si se busca un efecto en particular. La fotografía digital ofrece todo tipo de posibilidades en este sentido.

Una de las mejores bazas que ofrece la fotografía digital es la edición y el tratamiento de la imagen sin intermediarios. Con tu propio ordenador, puedes jugar con las imágenes todo lo que quieras, hacer montajes, aplicar filtros, limpiarlas…

Aunque para los analógicos, el grano, siempre será el grano, por mucho pixel que nos pongan y el filtro UV, el filtro por antonomasia.

 

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