Desde que me dedico a la fotografía he tenido varios encargos de lo más curiosos que hoy me gustaría compartir con vosotros, para que os quitéis de la cabeza esa imagen que muchos tenéis de mi profesión, en la que parece que apenas se retratan bodas. Y sí, se hace, y de estas también tengo anécdotas curiosas. La mejor es cuando fui a un castillo de Extremadura a dar testimonio de una celebración que se celebraba como si aquello fuese la Edad Media, ropas de los novios y de los invitados incluidas. Una sesión que también me gustó mucho, por mi gran afición a los coches, la hice en Madrid. Se trataba de la colección de un chico de coches a escala 1:43 que fue adquiriendo poco a poco. Necesitaba un catálogo de la misma para presentarla en un museo, donde iban a enseñar su colección y algunos autos más de Racing Modelismo, la famosa tienda online especialista en la venta de coches a esta escala, a 1:18 y motos.
Este chico tenía de todo: coches en miniatura y maquetas de coches a escala de Fórmula 1, coches de serie, coches de rally, coches del DTM, así como motos de MotoGP y motos de calle, entre otros muchos productos del mundo del motor. Y de diferentes marcas: Autoart, Minichamps, Spark models, CMC, Kyosho, Otto Mobile, GT Spirit, entre otras. Era unas réplicas increíbles, y ahí la verdad es que gocé, ya que comparto esa afición.
Una de las sesiones más bonitas y curiosas que hice fue en el campo. Tenía un cliente que estaba completamente loco por los caballos y deseaba escribir un libro con las experiencias vividas con ellos. Como su intención era ilustrarlo, me llamó para que les fotografiase en momentos cotidianos como darles de comer, cepillarlos, pero también en hermosas caminatas por el monte y alguna por la playa. Fue exótico, con una pizca de miedo por si entre medias recibía alguna coz al acercarme tanto a los equinos, pero realmente muy bonito.
Otro día divertido fue cuando me llamó un grupo de amigos muy aficionados a las series, especialmente a la archifamosa ‘Juego de tronos’. Todos se disfrazaron de cada uno de sus protagonistas favoritos y acabamos en algunos de los escenarios que los guionistas usaron en España para la serie recreando secuencias. ¡Se sabían sus papeles de memoria! Nunca había visto una cosa igual.
Aquella sesión en la que pasé más vergüenza
Pero si hubo una sesión por encima de todas de las que recuerdo fue una un poco surrealista en la que pasé muchísima vergüenza. Una chica quería hacerse fotografías subidas de tono para enviar a revistas de contenido erótico y tratar así de venderlas y también de hacerse famosa, ya que su mayor deseo era trabajar en la televisión. Considero que, además de ser muy profesional para hacer fotos así, hay que tener una cierta confianza con la persona a la que fotografías para sentiros ambos cómodos y desinhibidos. Este no era el caso y lo cierto es que los dos lo pasamos bastante mal, no veíamos el momento de que rematase la sesión.